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Nuestro Planeta Azul está cubierto de agua en un 70% de su superficie. Sin embargo, sólo un 2,5% es agua dulce, y sólo un 1% es fácilmente accesible, encontrándose la mayoría en glaciares y superficies nevadas.

Actualmente el 36% de la población mundial vive en zonas bajo lo que se denomina “estrés hídrico”: relación entre la cantidad de recursos de agua disponible y la cantidad de la misma que se extrae para uso doméstico, agrícola e industrial. Un país con alto estrés hídrico no significa que tenga poca agua, sino que la disponibilidad de agua existente no sirve para cubrir la demanda de todos los usuarios.

El estrés hídrico provoca escasez de agua. La escasez de agua se va a acelerar con el cambio climático, la contaminación, el aumento de la población y los movimientos migratorios hacia ámbitos urbanos. Hoy en día, mientras la población mundial es 3 veces mayor que hace un siglo, la demanda mundial de agua se ha multiplicado por 6, y la OCDE estima que se incrementará en un 55% para 2050.

El Foro Económico Mundial ya ha identificado en sus últimos Informes de Riesgo anuales la gestión del agua como uno de los mayores retos a los que deben enfrentarse  los gobiernos de todo el mundo.

Pero no todo son malas noticias. Sin duda, la aplicación de nuevas tecnologías para gestionar la oferta de agua de manera más eficiente contribuirá a combatir su escasez. Y desde el lado de la demanda, todos y cada uno de nosotros podemos actuar. No hay acción pequeña, es la suma de acciones lo que cuenta.

¿Tú qué estás dispuesto a hacer?